MÁS ALLÁ DE LA APARIENCIA DEL ÍCONO
Algún crítico de arte o curador ha definido la obra de Barry como pop art, considerando su matriz estadounidense, donde el pop art nació y floreció. Al parecer sus símbolos populares claramente descritos, en una figuratividad recuperada, entre tanta abstracción informal, del pop art, pueden explicar esta pertenencia artística. Pero es un juicio superficial. En realidad, no es así. Es una falsa definición porque el discurso de Barry va mucho más allá de la apariencia del ícono, cargándola de “otros” significados, en su desplazamiento con respecto a la realidad, nutrido de conciencia crítica e ironía. Se escapa así de la proposición pop, concentrada en la fuerza comunicativa del propio ícono, y con vínculos culturales de linaje diferente a los de Barry.
El escenario de las artes visuales contemporáneas es muy articulado y complejo, sin que se manifiesten aquellas vertientes precisas que caracterizan a las vanguardias históricas o aquellas más cercanas a nosotros, como el arte conceptual, el body y performance art, el neoexpresionismo, etc. Actualmente, predomina la hibridación total. Se distingue a lo mejor el arte callejero, no como lenguaje, sino como finalidad y ambientación social. La innovación se confía a las tecnologías digitales que, descendiendo de la Industria 4.0, abren nuevos espacios y conexiones con el arte en un mundo cada vez más implicado en la relación hombre/máquina.
Excluyendo la definición de pop-art tout court, considero que el arte de Barry Wolfryd es sobre todo un poderoso instrumento tanto de denuncia sociopolítica y de crítica mordaz como de profundización interior, de reinterpretación del yo y del mundo circundante. Véase, por ejemplo, la serie Paisajes Rotos (2015-2020), cuyas insólitas visiones con los objetos/símbolos dispersos entre verdes valles y colinas, en medio de paisajes, pretenden inducirnos a conocer el paisaje y a nosotros mismos junto a él, de otro modo. Con ojos nuevos, Barry Wolfryd eligió la figuración para golpear de manera más directa la deriva hacia la que se dirige la humanidad. No me parece entonces posible insertar el arte de
Barry Wolfryd en un determinado canal artístico preestablecido. Tiene el atributo de la universalidad, enmarcado en el vocabulario de un lenguaje que puede ser consumido en el mundo contemporáneo, porque abarca sus múltiples culturas.
Maria Campitelli
Trieste, Italia, 2021
Traducción del italiano por Claudia Placanica
